martes, 11 de agosto de 2009

Un largo fin de semana, dias 16, 17, 18 y 19

Para comenzar bien hemos conocido a un canadiense muy de "hey man, what's up, man?" que al parecer se aburre bastante en su trabajo y nos ha querido enseñar, al final de su turno,de trabajo, las márgenes ocultas del Támesis donde se pueden estar horas pasando desapercibido por la gran ciudad, así que Magdalena y yo nos hemos ido con él a dar una vuelta. Tras sacarnos allí unas fotos y disfrutar de la tranquilidad matinal y el día soleado junto al río hemos vuelto al hostal a buscar a Pablo y a Alex para acercarnos a dar una vuelta a The monument. Estos no han querido subir, no sé si por las 2 libras que cuesta para estudiantes o por los 311 escalones que hay de escalera de caracol para llegar hasta arriba, pero la verdad es que merece la pena completamente, la vista panorámica es espectacular, tengo preparadas las fotos para hacer una panorámioca que en cuanto pueda pondré en este artículo.

Ellos me han esperado en un Starbuck's donde me reencuentro con ellos y por fin consigo mi ansiada taza (más bien tazón) de la citada casa de cafés. En mi próximo viaje conseguiré otra taza de Starbucks de otro tamaño, hasta que termine la colección... Al salir me despido de los rondeños, que en unas horas tienen que coger el avión de regreso a casa y me pongo en camino al encuentro de Fini, que está con Nico en el centro, que acada de llegar del mismísmo París. Al poco de encontrarlos llega también María y juntos nos ponemos en camino a refugiarnos de la intensa lluvia que cae sobre nuestros endebles paraguas. Lo mejor que encontramos es Shakespeare's head, así que allí nos adentramos a tomar una pinta y a parlotear plácidamente mientras dejamos que la lluvia cree riadas de agua a las puertas del local. Durante más de cuatro pintas per cápita estuvo lloviendo a cántaros hasta que por fin nos dejó salir para regresar a nuestras casasSsS.

El viernes, tras una mañana de descanso y algo de trabajo de clase, me reúno nuevamente con Fini y con Nico para dar una vuelta por Soho. La verdad es que cada vez que paso por ese barrio descubro algo nuevo. Esta vez ha sido un curioso edificio que según explicaciones posteriores de nuestro guía y mentor Fini, se trata de la casa de un antiguo viajante que traía telas y otras maravillas de las indias y las vendía en su casa y ahora había derivado en Liberty, una especie de almacenes de objetos de alta gama o al menos sí de alto precio. Una vez más pasamos por Waxy Oconnor's y de vuelta a casa pronto pues esta noche pretendemos pasar por Factory, una de las discotecas más afamadas de la ciudad.

En mi casa espero a Eva, que viene a Londres de su aburrido puebo para el fin de semana, y a Guille, con el que he estado esta misma tarde comprando unas entradas para ir a ver el teatro al Globe theatre, el teatro en el que Shakespeare hiciera sus primeros pinitos. Tras tomar algo en casa con mis compañeros de piso nos ponemos en camino hacia el punto de encuentro con Fini, María y Nico para acercarnos a la discoteca. Por fortuna, según me enteré más tarde, no pude entrar. Aunque el ambiente debía merecer la pena, pagar quince libras para entrar a un sitio en el que la música es un truño mayúsculo a pasar allí cuatro o cinco horas no creo que compense, así que dimos una vuelta por la zona y tras vagar un poco encontramos las líneas que nos llevaban a casa.

El sábado fue de tranquilidad hasta que llegó la hora de ir a ver el teatro. Había quedado con Guille en bajo el puente del Milenio a las siete para ver la función. El teatro Globe está inmediatamente al lado del Tate modern, así que en dos escasos minutos estamos esperando a que abran las puertas para entrar. Tenemos entradas "standing", dígase, de piés todo el tiempo que dure la obra, pero para ver el interior del teatro y una obra de teatro clásico en el mismo entorno que se podía ver hace cientos de años es algo que no tiene precio. La obra es Helen, de Eurípides, y aunque se trata de una obra clásica el montaje del escenario y la adaptación es de lo más modernillo, lo que nos extraña a primera vista. La obra es entretenida, aunque a Guille no parece apasionarle, pues no le van las adaptaciones sino que se queda con el teatro tal cual se escribió hace chopocientos años.

Después nos toca visitar un bar de salir típicamente londinense para reunirnos con Fini y co. Cuando llegamos al O'Neills en Chinatown la cola para entrar es larga pero la espera y las ocho libras de la entrada merecen la pena. Los dos primeros pisos de música no demasiado alta, mesitas y "tranquilidad" (toda la que un sábado noche te deje tener), el tercero con un grupo en directo tocando grandes clásicos del rock/punk británico, que no son pocos, y en la cuarta y última planta una terracita para el que quisiera salir a fumar, ya que no se puede fumar en ningún establecimiento público. La mayor parte del tiempo la pasamos en la tercera planta, disfrutando de las buenas versiones que estaban tocando y pugnando por que los hooligans que nos rodeaban no caigan sobre nuestras cabezas en uno de sus apasionados brincos. Un ambiente increíble y después música discotequera inglesa y americana, con las únicas salvedades de dos temazos de ayer y de hoy en castellano, La bamba y Bamboleo de los Gipsy kings, en dos palabras, ¡im-presionante! De lo más divertido, la verdad.

Ya de vuelta a casa aprovecho para hacer un par de amigas valencianas y para invitarlas el domingo a dar una vuelta en barco por el Támesis, que, por supuesto, aceptan encantadas así que el domingo nos reunimos Guille, Laura y Cris (valencianas) y María (madrileña) en Temple station para cruzar la calle y montar a un velero amarrado al embarcadero. Eva (de Ronda) también estaba citada, pero llegó más tarde de las cuatro y no estaba dispuesta a pagar 10 libras por pasar allí la tarde por muy divertido que fuera. Y la verdad fue de lo más entretenido. Una fiesta desde las tres de la tarde de un domingo, con música tecno minimal, barbacoa a media tarde y en el centro de Londres con el Eye of London de fondo no es algo que se pueda hacer todos los días. Hemos tenido mucha suerte pues ha hecho una tarde estupenda de sol, así que hemos podido estar tranquilamente en una mesa charlando por la tarde y luego al caer el sol pasar un rato en el camarote principal donde estaba el DJ y la fiesta propiamente dicha. ¡Que pasada! La tarde más divertida que he pasado en Londres con diferencia.

Sí, definitivamente ha sido un fin de semana entretenido...

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